30 noviembre 2006

A lo que vinimos

Así es, lo que tanto esperé y por lo que hinché tanto tiempo: comenzaron las clases.. Fue rarísimo, entretenido y bastante bueno.
Antes debo comentar que tenemos una nueva integrante en nuestro hogar. Después de un casting y una experiencia para no repetir, llegó al piso la Karina. Ella es peruana y es compañerita mía en el master. Así es que ya estamos completas!
No me acuerdo si lo comenté, pero dentro de todas las bondades de este departamento, es que me queda a 20 minutos (como máximo y casi exagerando) de la universidad. Además el bus pasa en la puerta del edificio y cuando digo en la puerta digo literalmente en la puerta de mi edificio… lo que nunca me pasó en Santiago, me toca al fin en Madrid, al fin tengo la “locomoción colectiva” cerca. Y el paradero donde nos bajamos para llegar a la universidad está a una cuadra de ella, o sea, es un lujo para nosotras.
Pues partimos Karina y yo el lunes 13 de Noviembre a las clases. Como buenas cabras ansiosas, llegamos como una hora y media antes… se nos pasó un poco la mano, pero aprovechamos de comernos algo por los alrededores de la universidad y conocer el barrio, que está bastante bien ubicado y en un sector bien pituco (cerca del Paseo de la Castellana).
Ya a la hora prevista, nos fuimos a la oficina de las coordinadoras del master. Estas dos santas mujeres aguantaron mis mails por tres años y respondieron todo tipo de preguntas estúpidas que se me ocurrió hacerles… mi agradable sorpresa fue darme cuenta que no fui la única que las molestó tanto y, finalmente, está considerado dentro de su trabajo.
Después nos fuimos a la sala, el aula 7, que está en el subterráneo y tiene poca ventilación. Debo comentar que el glorioso Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset- mi universidad- no es una universidad que imparta carreras de pregrado, por lo que las instalaciones no consideran albergar a quinientos mil alumnos, sino que sólo imparte master y doctorado… lo que es bastante menos alumnos de una universidad normal y, por lo tanto, una infraestructura menor… pero la biblioteca es grande, linda y bastante bien mantenida.
Luego de este comentario, vuelvo al primer día. Llegamos a la sala y no habían demasiados alumnos, por lo que amablemente los saludamos a todos de beso y nos presentamos muy educadamente. Era como si todos estuvieran tan ansiosos como nosotras, porque conversaban harto, todos simpáticos y me imagino que medios nerviosones como nosotras. Es que lo heavy de este cuento es sentir que algo que quisiste tanto tiempo ya comenzó, es obvio que uno tiene que ponerse nerviosa pues.
De a poco comenzaron a llegar todos mis compañeritos. Como dicen acá, un grupo muy “variopinto”, no sólo por los países de los que venimos, sino por las profesiones y edades de las personas.
Somos 26, por primera vez no hay ningún español en el master, predominan los mexicanos, que vienen de diferentes ciudades y tienen diversas edades, yo calculo que el más viejo del curso es mexicano. Además hay tres peruanos, uno de ellos es la Karina; chilenos somos tres; hay como 4 de República Dominicana; uno de Paraguay y así de otros países. Además por primera vez en este master hay dos niñas de Rumania, bien simpáticas y con harto mérito porque hablan español bastante bien (mejor de lo que yo podría hablar rumano, eso es seguro).
En esta primera clase llegaron los directores del master, las santas coordinadoras, la profesora del primer ramo… en fin… todas las autoridades correspondientes.
Súper amorosos ellos nos dieron la bienvenida y nos contaron de cómo funcionaba todo. Lo que no fue tan amoroso fue el archivador que nos entregaron a cada uno, más el CD, los dos llenos de lecturas para los cursos. Un mamotreto que tiene cara de que nunca me lo voy a poder terminar de leer… pero bueno, a eso vinimos.

Después de las presentaciones de ellos y de nosotros, y cuando ya todos estábamos medios morados y asfixiados por la falta de aire de esa sala, nos fuimos a un recreo chico. El recreo es de 20 minutos y el horario de clases es de 4 horas seguidas.
Obviamente muchos nos fuimos a la máquina del café, donde también fue la profe y uno de los directores del master. Con ellos nos quedamos conversando y la profe me invitó un café.
Los profesores no son exclusivos de mi universidad, ellos muchas veces pertenecen a otras universidades españolas, pero que como que colaboran con el master nuestro, como la Universidad de Alcalá de Henares, la Complutense de Madrid (que es la que me va a dar el título), la Pompeu Fabre de Barcelona y otras más. La idea de esto que ellos seleccionan a los profesores que son mejores en cada una de sus áreas y los invitan a dar clases en los master y doctorados de mi universidad. Y de verdad se nota que son buenos -lo que me ha sorprendido gratamente- porque trabajan en otros lugares, pertenecen a grupos de estudios, son vice rectores de otras universidades y se nota que saben mucho del tema que están enseñando.
Después de esta pausa, comenzamos las clases con la profe que ya nos habían presentados. Muy simpática ella – y no lo digo porque me invitó un café- comenzó la clase diciéndonos: “en España cogemos el bus, cogemos el lápiz y todas las cosas; y Concha es un nombre, así que no se molesten si digo alguna palabra que para vosotros sea muy fuerte”, además nos aclaró que ella, como sus compatriotas, hablaba fuerte, pero no estaba ni enojada ni molesta, sino que son así... cosa que algunos ya hemos notado.
Y comenzó su clase, bien amena, interesante y que me hizo escribir como loca…y eso que perdí la práctica de tomar apuntes.
La verdad es que fue una súper buen primer día. Estoy súper contenta con el curso, con la universidad y muchísimo más tranquila con el nivel de mis compañeros y de los profesores, que se nota que tienen toda la disposición para enseñarnos y mantener contacto permanente con nosotros, además los tratamos de tú y para ellos es super normal.
Ya han pasado varios días desde mi reinserción a la vida de estudiante y ya he leído, he repasado materias y las he pasado en limpio… comenzamos y no podemos parar porque si no el trabajo se nos acumula mucho. Estoy mucho más confiada con las recomendaciones que me dieron de esta universidad, es exigente y tiene un buen nivel…y de estos días puedo concluir que, bueno, no es Harvard, pero es la Ortega y Gasset, conocida y reconocida en políticas públicas y estoy acá, feliz y contenta, comenzando a remecer mis neuronas para ponerme a estudiar.

PD: Se me olvidó comentar que se “seleccionó” al azar a unos pocos alumnos para que se hicieran cargo de llevarse el cañón (Data show) una vez terminada las clases… obviamente salí seleccionada dentro de ese grupito selecto, así que desde ahora soy parte de los “guardianes del data”, todo un honor.

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